domingo, 13 de noviembre de 2011
Malditas derrotas
No sé si soy el único que detesta perder. Ni lo sé ni me interesa saberlo, aún así me veo obligado a decir que es duro, muy duro, caer derrotado cuando se ha luchado por no hacerlo. Si pierdes porque te rindes es cobardía, pero si pierdes porque te han superado es de valientes, hasta aquí, completamente correcto. Sin embargo, está claro que una derrota habiéndote esforzado por ganar (sea en el ámbito vital, deportivo, entre relaciones humanas...) duelen siempre muchísimo más que las rendiciones, puesto que si te rindes, has perdido antes de comenzar, pero si luchas, tienes la opción de vencer. ¿Qué pasa cuando te derrotan? Simple, debes luchar. Retomar una lucha. Hacerte fuerte. Es no dejarse vencer ni siquiera cuando ya estás vencido, seguir luchando por lo que crees con orgullo. Saca todo tu espíritu combativo, demuestra que nunca pudieron, pueden ni podrán contigo. Sobreponte a la adversidad, enfréntate a ella con las escasas fuerzas que te queden. Cuentan que los berserkers eran capaces de combatir incluso malheridos, cierto es que estaban cegados por la ira y la rabia (y quizá más cosas), y nunca se rindieron. La verdad es una y simple, vivir de rodillas es de necios y cobardes, vivir cual fantasma apesadumbrado por sus temores, morir de pie es valiente y noble, y acaba siendo más satisfactorio que el abrazo que te de la muerte sea breve que no que sea esperado sin hacer nada durante años por aquellos que fueron demasiado cobardes y se rindieron a la primera derrota que les presentó la vida...
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