La vida es un regalo, un regalo impresionante, un regalo del cual los que intentan evadirse pueden ser considerados, en su más estricto sentido, cobardes. Cobardes sin más. “La vida es una mierda” dirán. Sus razones serán razones que a ellos (salvo rara excepción) no les afectan en lo más mínimo. La gente sabe, pero no acepta, que la niebla no son más que las mentiras que el tiempo va a desenmascarar, puesto que hasta la silueta de un árbol es amenazante tras la cortina que la bruma siembra a su alrededor, y la bruma, amigos, no es más que el desacuerdo con una vida que se nos ha entregado para ser felices, y para vivir con honor, verdad, hospitalidad, una confianza en tu persona que nunca debe decaer, una cierta disciplina; ni tan dura como para no dejarte respirar ni tan frágil como para sembrar el desorden en tu vida y a todo eso hay que añadir una fuerza de voluntad férrea. Nadie vivió sin esfuerzo y ningún esfuerzo será ingrato, puesto que si en el esfuerzo caes derrotado, esa derrota tendrá algo positivo, algo que te enseñará que la vida es un peligro constante, un peligro que sin embargo, se combate, con coraje y verdad, con laboriosidad y perseverancia. Como siempre se puede decir, nadie nace aprendido, pero morir como un débil es una vergüenza, y claramente lo digo, vivir no es sobrevivir, vivir es regalar sonrisas a los que junto a ti, decidieron luchar, y a ellos te debes, como al viejo padre, pues sin ellos solo te quedas, y si solo te quedas las batallas más arduas son, aún, más fatigosas y costosas… Pero rendirse sólo te hará merecedor de una muerte, una muerte de la cual quieres escapar sin darte cuenta de que el camino antes de llegar a la muerte te da un objetivo, como mínimo uno, que es el de luchar y ser feliz enseñando a los demás que la felicidad engendra un amor difícil de sustituir puesto que todos moriremos pero no todos del mismo modo…y yo no pienso morir como un cobarde.
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